lunes, 23 de abril de 2007

La Edad de Hierro abarca del 800 al 100 a.C., período marcado por dos etapas, con ecuador en el s. V. La Primera Edad del Hierro o se le conoce como la cultura de Hallsttat, necrópolis situada cerca del lago homónimo (Salzburgo, Austria), que supone una continuidad con los campos de urnas del Bronce. El Hierro II está representado por la cultura de La Tène, en el lago Marin-Epagnier (Neuchâtel, Suiza), identificada con la cultura celta.
Se originan grandes cambios socio-económicos, como la intensificación del cultivo mediterráneo (vid , olivo y cereales), el desarrollo de la metalurgia del hierro, que contribuirá a una nueva estructuración social, la aparición de la cerámica a torno, un importante aumento demográfico, y la creación de las primeras ciudades y colonizaciones, principalmente griegas y fenicicas, que buscaban abastecerse de materias primas y dar salida al desbordante aumento poblacional. También aparece la escritura, nuevas técnicas de combate y la moneda.
Los enterramientos que, en la primera edad del Hierro, continúan con el rito de incineración en urnas, acompañado del ajuar constituido por objetos personales, luego se generaliza la inhumación en túmulos. Los poblados se sitúan en altura, en lugares estratégicos, de fácil defensa natural, reforzada por complejos sistemas de fortificaciones, se denominan castros. La cerámica a mano convive con la nueva cerámica a torno, generalizada a partir de finales del s.V, y se caracteriza por su decoración geométrica, de figuras animales y humanas, muy esquematizadas. En hierro se fabrican puñales, espadas, escudos... y se desarrolla una rica orfebrería (fíbulas, torques, etc), dando lugar a la figura del artesano.
Las sucesivas colonizaciones de la Península por pueblos centroeuropeos y su fusión con la población autóctona dio lugar, en el Hierro II, a la formación de múltiples tribus con entidad propia, que se distribuyeron por todo el territorio peninsular y que mantuvieron sus valores culturales hasta la dominación romana, formando, incluso, alianzas entre ellos ante el pueblo invasor. La Comarca de los Montes se vio ocupada por el PUEBLO CARPETANO, que domina una amplia zona en la submeseta sur, ocupando el valle medio del Tajo y los Montes de Toledo, entre el Guadarrama y el Guadiana. Limitaron con vacceos al Norte del Tajo, con celtíberos al Este, con oretanos al Sur y con vettones al Oeste (entre los valles de los ríos Pusa y Cedena), de los que toman tradiciones como la escultura zoomorfa de los verracos, conocida como cultura de las Cogotas II. Toros y jabalíes (verracos), fabricados en monolitos de granito y cuyo significado debemos buscar en la demarcación territorial de pastos y la protección simbólica del ganado (Sanchís, 1990).
No tenemos noticia de la aparición de restos arqueológicos de este período en la Mancomunidad, pero no descartamos, en absoluto, su existencia, de la que bien pudiera dar fe una excavación sistemática en el sitio de Las Iglesias, en Luciana, donde se han localizado estructuras circulares, formadas por grandes monolitos cuarcíticos, de muy difícil adscripción.